viernes, 5 de junio de 2009

EL PROGRESO DE LA CADUCIDAD



Se me estropeó el grifo del baño en el campito. Definitivamente. Hombre, la verdad es que había durado casi ocho años, lo cual tampoco está mal para un grifo que puso el constructor, y que supongo que sería de los más baratos que encontró.

Y se había estropeado a causa del pinganillo que cambia el agua de llenar el baño a salir por la ducha. Ya sabéis a lo que me refiero. A pesar de que el grifo era totalmente de acero, el puñetero pinganillo era sin embargo de plástico. Ahí estaba el problema. Así que me decidí a comprar uno nuevo, pero eso sí, con todo de acero y por supuesto también con el pinganillo del mismo metal.

Me llegué a una de las mejores tiendas de artículos de baño de Chiclana (y en Chiclana las hay muy buenas) y le expliqué con toda claridad al vendedor lo que quería. Un grifo todo de acero y, sobre todo, con pinganillo también de acero, porque ahí estaba a mi entender la muerte del grifo.

Y, ¡oh asombro! Me cuenta totalmente serio que el mejor grifo del que dispone, de la mejor marca y con el diseño y la tecnología más modernos, y además el más caro, tiene el jodío pinganillo igualmente de plástico. De la misma mierda de plástico que el que se me había roto.

¡No es posible! –grité indignado. ¡Yo lo quiero con el pinganillo de acero, como el de mi casa de Cádiz, leñe!

¿Y hace cuánto tiempo compró usted su grifo de Cádiz? –me preguntó-

Pues… no me acuerdo... quince o veinte años –le respondí- Tengo el mismo desde que me casé. Y está como el primer día.

¿Se da cuenta usted? Ahí tiene usted la explicación. Esos grifos ya no se fabrican y aunque los fabricaran nos negaríamos a venderlos.

¿Y porqué, si es excelente? –pregunté sorprendido.

Pues porque si vendiéramos esa clase de grifos, a los cinco años tendríamos que cambiar de negocio y vender... no sé... paraguas, por ejemplo. O botijos. Los fabricantes le ponen el pinganillo de plástico precisamente para que se rompa por ahí y tenga usted que comprar uno nuevo. Si los hicieran como el que usted tiene en Cádiz venderían un grifo cada veinte años, con lo que en poco tiempo tendrían que echar el cerrojo y dedicarse a otra cosa. Igual que nosotros, claro.

Como bien podéis imaginar, me llevé a mi casa un grifo último modelo, que me costó cerca de sesenta euros, y, eso sí, con el pinganillo de asqueroso plástico. Y con la terrible conciencia, ya inevitable, de que ese maravilloso grifo tenía... fecha de caducidad.


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